miércoles, 17 de octubre de 2018

AFICIÓN, AMIGOS. MERECIÓ LA PENA

AFICIÓN, AMIGOS. MERECIÓ LA PENA

Por José Ramón Cruz del Campo



Hay quienes afirman, resumiendo mucho, que los sentimientos surgen como resultado de comprobar cómo responde la realidad a nuestros deseos y proyectos. Yo formulé hace tiempo un deseo que proyecté convertir en realidad, quise aproximarme a un animal bravo buscando practicar con él una danza capaz de crear emoción y armonía estética en el marco de una extrema desigualdad. Comprobé pronto que eso no era nada sencillo, que quizás sea la tarea más difícil de las que se puedan emprender, pero no flaqueé en mi intento pese a que he coleccionado cardenales y moratones y, en más de una ocasión, he sabido lo que es volar por el aire. Alguna vez me han preguntado si eso no me daba miedo. Mi respuesta fue siempre que sí, pero que ese era uno de los principales estímulos: sentir miedo y transformarlo en momentos cuyo simple recuerdo me eriza la piel. No me cabe duda de que mereció la pena, pues mi sentimiento, ahora que por motivos de edad (en absoluto por pérdida de afición) lo dejo, es el de una enorme satisfacción. Me siento mejor persona que antes por haberlo hecho, pero no solo por eso.

La tarea que emprendí no se inicia matriculándose en ningún sitio o buscando un profesor que se anuncie para enseñar a torear, ni comprando la equipación en una tienda. Requiere entrar en un mundo no siempre fácil de conocer y, menos, de comprender visto desde el exterior. Allí te encuentras con gente muy especial con la que compartirás sentimientos excepcionales y experiencias asombrosamente excitantes. Han sido unos cuantos los años con ellos y me gustaría hacer mención de cada uno, pero quizá sea excesivamente largo para una simple nota de agradecimiento como esta. Me limitaré a nombrar a José Morente, por ser el colega de profesión y amigo que me introdujo, a los profesionales Fernando Cámara y Curro Vega, que con enorme generosidad y paciencia me han enseñado lo que era capaz de asimilar, a los que entregaron su tiempo en organizarnos (tarea que no es moco de pavo) Paco Gallardo, José Luis Jiménez y Félix Rubio, y a todos con los que he compartido entrenamiento, madrugones, viajes (largos casi siempre), desayunos en las ventas del camino, pellizcos en el estómago cuando nos acercábamos a la ganadería, tentaderos, ayuda cuando las cosas no rodaban bien, alegría y entusiasmo compartido cuando sonaba la inspiración. Josés, Juanes, Pepes, Pacos, Curros (qué tendrá ese nombre en lo taurino que inspira tanto), Óscar, Tomás, Sebastián, Antonio, Enrique, Carlos, Ángel, Miguel, Arturo, Ismael (perdón si olvido alguno). Los antiguos que se fueron o cambiaron de cuadrilla, los que como yo continuaron en la misma, los que se incorporaron en el camino y los más recientes. Muy diferentes unos de otros, lo que, como en toda colectividad que comparte objetivos pero distintas visiones del proceder, fue origen de los habituales conflictos, pero que, precisamente por esa diferencia, he aprendido de todos y de cada uno y me siento enormemente enriquecido y mejor que antes de conocerles.


Al cumplir ahora la no por alta menos excitante edad de 70 años, consideré que, dado que mis facultades y mucha afición no suplen por si solas un limitado talento para superar con suficiente garantía las dificultades que a menudo se presentan delante del animal, consideré prudente dejarlo. No es que me asusten los porrazos ni los aterrizajes de los que hablaba al principio, simplemente me daría rabia que un inoportuno golpe truncara una vejez que quisiera plena (dentro de lo que cabe) de facultades físicas. Así se lo explique a mis compañeros por escrito, pero esa no era una forma torera de despedirse, por lo que acordamos que lo hiciera, como Dios manda, en un último tentadero. Fue el pasado 22 de septiembre en la ganadería de Gerardo Ortega, en Santa Olalla del Cala (Huelva). Fecha y sitio que quedarán marcados para siempre en mi corazón.

Lo que para mí sería una ocasión de mostrarles mi agradecimiento por los años compartidos y las experiencias vividas juntos, para ellos fue excusa para hacerme una demostración de cariño y afecto cuyo recuerdo es causa, y lo será mientras viva, de un hondo sentimiento de emoción. Todo transcurría como un tentadero más (rectifico, porque para un aficionado práctico cada tentadero es único, nunca uno más), con la diferencia de que yo iba invitado a participar en todas las vacas. Con Gerardo Ortega teníamos la garantía, gracias al celo y afición demostrados de este extraordinario ganadero, de que las reses siempre fueron buenas para nosotros, pero, por alguna razón del destino, esta vez fueron extraordinarias. Buena la primera, mejor aún la segunda y, sin lugar a dudas, la más brava y noble con la que he compartido espacio en una plaza de tientas la tercera, con la que tuve la suerte rematar (dejémoslo en por ahora) mi vida de aficionado práctico.


Finalmente, cuando llegó el momento de felicitarnos y hacernos la tradicional foto de grupo, recibo la sorpresa que, sin yo saberlo, me tenían preparada. Primero, con unas cariñosísimas palabras de Félix a las que pretendí responder sin éxito por culpa de un nudo que se me formó en la garganta, me dan una placa con mi fotografía y una leyenda que, lo aseguro, lucirá siempre en lugar preeminente de mi casa. Luego, el ritual de simular que me cortaban la coleta a cargo de Curro Fernández (siempre atento al consejo y a la corrección de mis no pocos defectos). Cuando en pleno estado de emoción pensaba que todo había terminado allí, me veo elevado a los hombros corpulentos de Ismael (quien ya antes del tentadero me mostró un emotivo gesto de aprecio -también lo guardo, “Villa”-) ayudado, por aquello del equilibrio, por Antonio Palomares y por Ángel Gil, dándome la vuelta al ruedo entre aplausos y con salida por la puerta grande de la plaza. No sé lo que sentirán los que lo han vivido en Las Ventas o en La Maestranza, pero lo mío fue de vértigo, y no solo por la estatura de quien me llevaba.

He intentado expresar mediante esta nota lo que siento acerca de esta AFICIÓN y de los AMIGOS con los que la comparto, que han dejado grabado en mí el recuerdo de grandes momentos de mi vida (todos los momentos han tenido su punto de grandeza). Son sentimientos que, sometidos al dictamen de la realidad, como decía al principio, resumo en solo tres palabras: «MARECIÓ LA PENA».






domingo, 18 de marzo de 2018

VENDRÁN Y NOS LO EXPLICARÁN

VENDRÁN Y NOS LO EXPLICARÁN
Por Paco Gallardo
Viñeta de Giles


La fiesta de los toros es universal. A veces nuestro ruedo ibérico, o nuestra mente de mortal no es recinto suficiente para enmarcarla. En épocas de tan maña contaminación crematística donde  los medios de manipulación de la opinión pública son tan poderosos que no existe opinión pública, sino la de los lobbies que marcan las tendencias, encontrar su sitio a una verdad como la del Toro se hace difícil.

Muchas veces hemos creído más lo exotérico, que lo palpable; el valor de lo ajeno que la autenticidad de lo nuestro. Es parte también de nuestro carácter. Por ello algún día, no muy lejano tendrán que explicarnos que es esto del Toreo. 

Armstrong, Collins y Aldrin con los ternos de Viti, Camino y Antonio Bienvenida


La verdad, el toreo, es difícil de comprender, eso de jugarse la vida son palabras mayores, y sobre todo hoy en día que no sabemos si vale tanto o más que nunca, pero sí sabemos que es más longeva que nunca. 


Pues sí, era buen aficionado el astronauta, comprendían porqué merece la pena jugarse la vida. Y se encargaron toreros de la talla de Antonio Bienvenida, El Viti y Camino de regalarle un terno a su afición y no dudaron de lucirlo y de agradecerlo.


Por cierto la pregunta tuvo respuesta: Fue Camará que andaba queriendo ser figura del redondel, comprendió que lo suyo será otra cosa y que el rey es José.


martes, 6 de marzo de 2018

LA MALTRATADA

LA MALTRATADA

Por Paco Gallardo



Nada nuevo bajo el sol. Seguimos teniendo los mismos problemas y las mismas preocupaciones de antaño. El artículo así titulado se publica en el semanario "El Ruedo" en Julio de 1969. Todos dicen defenderla y todavía, hoy en día, sigue teniendo las mismas carencias. 

Se piensa que nunca ha existido un clima tan adverso en contra de la Fiesta. Temas como el precio de las entradas, la presencia del toro, su integridad, la importancia de respetar el reglamento, la renovación y la apertura a la nuevos valores, se denuncia campañas contra la fiesta, se prohíbe la entrada la en algunas plazas a menores...

Mientras se está escribiendo la segunda edad del toreo. Cosas de nuestro carácter. Así es la Fiesta. 

miércoles, 28 de febrero de 2018

HACE 50 AÑOS

-UNA TEMPORARA REVUELTA  1968-

Por Paco Gallardo
Fotos: El Ruedo




Micrófonos en el Tejado de la Glorieta

La Tauromaquia despierta interés, estos periodistas transmiten una corrida desde el tejado en la feria de Salamanca. Las plazas se abarrotaban y los nuevos toreros llenaban de aliciente cada temporada. La supremacía de los Antonio Ordóñez, El Cordobés, Camino, Viti,  Puerta y un joven Palomo, era incuestionable. 

La Prensa, Madrid, Miguelín apoteósico con los dos recién alternativados que salieron a hombro en San isidro: Miguel Márquez y Manolo Cortés


En esta de 1968 aguantaron como pudieron los arreones de los nóveles,  un imparable Miguel Márquez, el León de Fuengirola, pasó de tomar la alternativa en este año, a ser líder del escalafón con 101 corridas; y claro está, como todos, con sus cornadas. En esta del 68 se llevó dos. También la clase de otro imparable: Manolo Cortés, ponía al escalafón en hilera, pero como ya digo, año tras año, seguían manteniéndose los históricos pesos pesados que cada tarde se arrimaban sin contemplaciones.

Miguelín denuncia los abusos del sistema. Estos lodos trajeron el Torismo que surgirá. Así como el Registro de Nacimientos de Toros de Lidia.

Una competencia feroz en la plaza y también fuera de ella. Se desencadenó lo que llamaron la guerra fría entre Manuel Benítez y Palomo por los Toros de Galache en San Isidro, lo que motivó que Palomo tardará aún más en presentarse por Las Ventas. Y la no tan fría, entre Miguelín y El Cordobés al tirarse al ruedo en un toro de este denunciando las tropelías cordobesitas. Terminó detenido y en la de la Prensa sale con unas ganas tremendas, le piden el rabo y cortó seis orejas, con lo que llamaron la nueva ola: Miguel Márquez  que es cogido en su primero  y Manolo Cortés, ambos con un San Isidro impecable y con una temporada histórica por delante. En Granada, un imparable Miguelín le corta cuatro orejas y un rabo a la de Pablo Romero.

Presentación de Victorino en Las Ventas, Paquiro fue al hule, y el que mejor estuvo,
Adolfo Rojas, no le dejaron dar la vuelta al ruedo.

 El verano en las Ventas trae un imparable Torismo que se implanta para quedarse. Hasta tres corridas lidia un desconocido de Galapagar dejando varios heridos por cornada. También Pala, alumbra una llama que hace muy evidente la diferencia de espectáculo de unos a otros. La consecuencia fue que naciera el Registro de Nacimientos de Toros de Lidia, la autoridad que intenta poner orden en la tormenta; y para los nacidos en el año próximo aparece el guarismo en la paletilla. Será el 9.
Antonio Ordóñez en eso de pasárselo cerca


Camino que no va a Sevilla, y van dos temporadas seguidas, dice que se retirará al termino de esta, menos mal que se lo piensa y se desdice para la próxima. Es  triunfador en San Isidro. Al Viti que no llega a un acuerdo para anunciarse en Las Ventas, lo declaran triunfador del ciclo isidril,  los del 7, por su gran tarde del día del Patrón en Vistalegre. Diego Puerta para el que no existe plazas más importantes que otras, todas las tarde a cara de perro, en Sevilla por abril en dos tardes corta 5 orejas y un rabo; y  Romero y Ostos, con menos festejos pero ambos saliendo a hombros por la del Príncipe y echando una gran temporada. Ostos cuatro en la de la Cruz Roja y Romero tres orejas en el Corpus sevillano en Solitario.
Otro que además se casó en ese año y fueron 15000 personas a la ceremonia según los medios de la época, y aquí, al Toro, en eso de arrimarse: Santiago Martín "El Viti"

"Potrico" de Pablo Romero es indultado en BCN por Andrés Hernando en una tarde memorable de toros bravos,  es el primer toro al que se le lleva el registro de cubriciones en Partido de Resina. El Toro en la finca no se quedó de semental antes de ir a Barcelona por lo cornalón que era para la época, ya dos años antes un hermano de padre también y del mismo nombre se le da la vuelta en Málaga.

Potrico, de Pablo Romero en los corrales de Barcelona

Y por detrás, arreando llegan más: un novillero de la Isla de San Fernando, Ruiz Miguel, afila sus armas, o un becerrista de nombre Antonio José Galán escribe a una revista de la época buscando apoderado "Que no se arrepentirá, que me vea" -Eso dice el chaval-
Ruiz Miguel, novillo del Conde de la Maza, Valencia ,era la presentación
con caballos de Santiago López

Se graban películas de toros, porque interesa. Este año dos, la que protagoniza Palomo con Marisol, la otra, Teruel, -!que gran temporada!- con Paco Rabal, "Sangre en el Ruedo"

La nota más triste fue la muerte de Pepe Bienvenida en un festival  en Lima, de infarto. Tras intervenir en la Plaza de Acho en un festival benéfico en el que también actuó su hermano Antonio. Curiosamente no le había tocado nunca un toro y viene a morir, ya retirado, en una plaza de toros.
Pepe Bienvenida en su postrer Verónica la tarde fatídica de Acho

Y por navidad en muchas Plazas, Murcia, Madrid, Málaga... y ¿como no? Barcelona, se celebraban corridas o festivales béneficos de acción social, en la Ciudad Condal con la Plaza llena Camino junto a las figuras del momento hace el paseo vestido de calle.
Diez Toreros de corto y uno de largo


Y tantas otras cosas que la hicieron memorable esta temporada, como memorable es que un hombre se juegue la vida ante un Toro.




-¿Y Málaga?-

-Málaga bulle-
Pero eso se lo cuento otro día.




jueves, 15 de febrero de 2018

EL CLUB TAURINO DE CHICAGO CON LOS AFICIONADOS PRÁCTICOS



IMPORTANCIA DE LOS AFICIONADOS PRÁCTICOS EN LA FIESTA (Adaptación del discurso de Óscar López Hoyos, en el homenaje a Jim Pritikin, reconocido abogado y aficionado práctico, celebrado el 27/01/2018 en la sede del Club Taurino de Chicago)


¿Por qué somos aficionados a los toros? Hubo un momento en nuestras vidas que vimos un festejo taurino y algo despertó nuestro interés, de forma que hemos sentido la necesidad de seguir disfrutando de espectáculos taurinos con cierta continuidad, no de forma esporádica, por eso somos aficionados.


¿Qué nos gusta de la fiesta de los toros? Cada aficionado tendrá sus legítimas preferencias. Así, unos se sienten atraídos por la vistosidad y por lo pintoresco de la celebración de una corrida de toros. Muchos se sienten atraídos por la fuerza, estampa y bravura de los toros. Otros muchos, por la capacidad de crear arte, belleza y estética en la lidia. Algunos por la inteligencia, técnica y gallardía del torero, capaz de burlar las complicaciones del toro. Y la mayoría por un conjunto de estas razones.


Los aficionados, cuando contemplamos un festejo taurino, asistimos al enfrentamiento mitológico entre la fuerza de los dioses, que es el toro, y los héroes que aglutinan las mejores virtudes de los hombres, valentía e inteligencia, que son los toreros. Las obras de los héroes se nos antojan sobrehumanas, nos emocionan y las aclamamos cuando salen victoriosos.


El aficionado práctico se distingue del resto de aficionados porque siente la necesidad de dar el paso y desafiar a los dioses. Dejar de ser hombre corriente para asemejarse a los héroes. Pretender ser héroe, sin embargo, tiene enormes riesgos y a diferencia de los toreros, los aficionados prácticos no disfrutan de fama y gloria. Tampoco tienen remuneración por su labor. Su mayor recompensa, el día que las cosas ruedan bien, es el orgullo de superar sus miedos y el instinto de conservación, ser capaces de domeñar el poder de la naturaleza, sentir de cerca la acometida imparable del toro y mirarle a los ojos tras el remate y decirle ¡Aquí estoy yo! Es la aproximación a la Tauromaquia más generosa y altruista que existe.


Desde mi punto de vista, torear, ser aficionado práctico, me ha hecho mejor aficionado a la Tauromaquia. Me ha hecho conocer mejor la técnica del torero, conocer mejor las reacciones del toro, comprobar la maestría de unas suertes y la complicación de otras, saber la importancia de los terrenos y querencias durante la lidia, sentir la responsabilidad y el miedo, descubrir la dificultad y grandeza del temple, aprender a andar en la cara del toro, etc… Este conocimiento, me ha hecho dar más importancia a la labor del torero respecto a las condiciones del toro. También me ha abierto los ojos respecto a ciertas premisas asentadas y difundidas en el mundo del toro que no siempre son ciertas. Ser aficionado práctico me ha enseñado a enjuiciar las faenas por mi mismo, no por lo que cuentan y parece a otros que, en muchos casos, siempre han visto el toro confortablemente desde la barrera. Y al mismo tiempo, ser aficionado práctico me ha mostrado que me falta todavía muchísimo por aprender y mi gran desconocimiento pese a todo lo que he leído sobre Tauromaquia.



 

Oscar López durante su intervención

 




Así, me quedo maravillado de la habilidad de algunos toreros de “sacar agua de pozos secos”. Vacas orientadas y peligrosas que volvían a embestir francas tras un par de tandas de muletazos sabiamente administradas por auténticos doctores del Toreo. Disfruto escuchando a mayorales y vaqueros hablando de las labores del campo. Me admira descubrir la complejidad de los encastes y familias taurinas que tienen que encarar los ganaderos en su labor selectiva. Me sorprenden las anécdotas y experiencias que cuentan unos y otros de las figuras de ahora y de antaño. Y es que ser aficionado práctico me ha posibilitado asistir a muchos tentaderos y conocer al toro bravo en su entorno y a sus gentes. Es un privilegio que muchos aficionados del tendido no han podido disfrutar. Aunque en los últimos tiempos, muchos aficionados han engrosado las filas de los aficionados prácticos.


Guillermo Canon Presidente Chicago Tauromachy


De este modo, desde principio de la presente década ha proliferado, al menos en España, la organización de cursos para iniciarse como aficionado práctico y consecuentemente la creación de numerosos clubs de aficionados prácticos, entre ellos “Aficionados Prácticos de Málaga” del que tengo el orgullo de haber sido uno de sus fundadores. Larga tradición han tenido estos clubs en otros países como México, Francia, Ecuador y Perú. Sin embargo, aunque ahora tenga cierto auge en los ambientes taurinos, desde que existe el toreo, siempre han existido aficionados prácticos, y personalidades de otras disciplinas también han sentido la atracción de ponerse delante una res brava. El primero quizás fue el Rey Carlos I de España y V de Alemania que mató un toro por el nacimiento de su hijo Felipe II en Valladolid, le siguió Goya el magnífico pintor que toreó en su juventud. Ya en el S. XX, el famoso actor “Cantinflas”, el escritor premio Nobel Camilo José Cela, el cantante flamenco “Camarón de la Isla” y el Presidente de España Adolfo Suárez torearon de forma asidua. Otros famosos lo intentaron al menos por una vez, como por ejemplo los actores Gary Cooper, Ava Gardner o el también premio Nobel Ernest Hemingway. Es loable el afán por torear de aquellos que ponen en riesgo su integridad física y sus exitosas carreras por experimentar la inigualable sensación de enfrentarse al toro.


Sin embargo, tengo tremenda admiración por los maletillas, aficionados prácticos anónimos con una afición tan desmedida que no pierden ocasión de ponerse delante de las reses y que entrenan a diario con la misma constancia y determinación que los toreros profesionales. Éste es el caso de aficionados como Conrado Abad “El eterno maletilla”, al que tuve la suerte de conocer en Salamanca, que a los 84 años seguía toreando pese a haber recibido dos fuertes cogidas dos años antes. Por tierras de Cádiz me contaban las andanzas de “Cantito”, que a la edad de 70 años iba andando por los caminos de una finca a otra buscando tentaderos con la esperanza de dar muletazos a las vacas una vez rematadas por los toreros. Y tengo que mencionar, al antiguo alumno de la Escuela Taurina Provincial de Málaga donde yo era codirector, Manuel Rodríguez. Su nombre le ha predestinado para intentar ser torero. Como la mayoría, pese a tener ciertas facultades, las cosas no marcharon lo suficiente bien y su trayectoria como novillero fue corta. Hoy día trabaja como vendedor de vehículos y chófer, pero solamente es una excusa para poder costearse sus desplazamientos por toda España, por las fiestas de los pueblos jugándose la vida gratis ante toros de hasta 8 años. Son ejemplos de vidas entregadas a una pasión, conductas irracionales a la vista de nuestra autocomplaciente sociedad actual, pero admirables para quienes detestamos la monotonía y la rutina y amamos al toro.





No solamente los admiro sino que los entiendo. Entiendo esa necesidad imperiosa por torear, por saber dónde se va a celebrar el próximo tentadero, capea o encierro. Entiendo esa presión en el pecho, esa introspección sobrevenida al acercarse a la finca o al pueblo donde la suelta de reses se va a realizar. Entiendo sus miradas y gestos tras la irrupción de la res en el ruedo. Entiendo su osadía unas veces y su prudencia otras. Entiendo la tensión cuando se aproximan a un toro manso e incierto y la relajación y arrogancia ante una res noble. Siento su concentración y disfrute ante una vaca brava y repetidora y siento la responsabilidad y desánimo cuando tienen que volver a enfrentarse a un novillo complicado que los ha volteado repetidamente. Y entiendo, sobre todo lo demás entiendo, la satisfacción cuando consiguen llevar la embestida en toda la extensión de su brazo con los lomos del becerro rozándoles los muslos. No pueden ustedes imaginar el gozo que produce conducir la acometida de un animal tan poderoso. La euforia que siente el aficionado tras un buen pase no cabe en su cuerpo. Es una experiencia inenarrable. Uno se siente el rey del mundo. Cualquier descripción que intente realizar se queda corta. Esa sensación es adictiva, es la motivación principal del aficionado práctico, que tras muchos golpes, lesiones, volteretas, de vez en cuando consigue enfrentarse con una res que posibilita desarrollar su conocimiento y estilo. Torear es una droga que genera la necesidad de seguir toreando y cuando el aficionado práctico no torea tiene un síndrome de abstinencia que solamente se cura toreando.


En estos momentos, vuelven a mi memoria mis emociones toreando aquella vaca encastada en Fuente Ymbro, otra de nobleza infinita en Martelilla, aquella boyante en Núñez del Cuvillo, la brava añoja de Cebada Gago, una cinqueña seria en los encierros celebrados en El Viso de los Pedroches (Córdoba), un añojo de media casta en Chiclana, la astifina santacolomeña de Escobar y aquella breve tanda a un becerro en mi plaza, La Malagueta en 2010.


Aunque también me duelen los huesos al recordar mi primera voltereta en Añover de Tajo (Toledo), aquel novillo en Alconchel (Badajoz) que me rompió la rodilla, la complicada vaca en Morón de la Frontera, la recia vaca que me dejó “en cueros” en El Viso de Los Pedroches (Córdoba), y tantas otras reses, la mayoría, que no supe entender y a las que no pude pegar un pase por mi falta de conocimiento y técnica. Sin embargo, con el tiempo, esas lesiones son orgullosos trofeos para los aficionados prácticos, como las cornadas son medallas para los toreros profesionales. Y tal es nuestro afán por disfrutar de nuevo del placer de torear que estamos dispuestos a volver a ser volteados, solamente por un segundo de emoción, por la sensación efímera de un eterno muletazo por bajo. ¡Qué bendita locura es el Toreo!


Si tengo que hacer balance, pese a mi maltrecha rodilla, no me arrepiento ni un instante de ser aficionado práctico. Por supuesto que me hubiera gustado ser torero profesional, como a todos los aficionados a otras disciplinas artísticas y deportivas les hubiera gustado destacar en su afición. Sin embargo, por mi experiencia en la formación de profesionales taurinos, en algunos casos se crean elevadas expectativas muy difíciles de alcanzar en un mundo tan complejo como el taurino, por lo que se puede caer en la frustración. Por contra, los aficionados prácticos toreamos sin más aspiración que mejorar en nuestra técnica y disfrutar de vez en cuando de un pase, de una tanda digna, de una mañana de campo entre amigos, de pasear por la dehesa contemplando al toro bravo.


A todo el que se sienta capaz le animo a probar, a torear por una vez, incluso a aquellos que no les guste la Tauromaquia, pues torear te hacer comprender y conocer mejor la Fiesta de los Toros. Hace años, cuando estaba estudiando en la Universidad de Málaga, había un estudiante alemán con una beca Erasmus que estaba en contra de la Tauromaquia. Pese a ello, conseguimos convencerlo para asistir a una capea privada que organizamos los alumnos de la Facultad Económicas. Tras vernos torear se decidió a intentar dar algún pase, pero fue volteado un par de veces. Sin embargo, nos confesó que tras haberlo intentado había cambiado de opinión y entendía la atracción por torear y la grandeza de la Fiesta. Incluso si no hubiera cambiado de opinión, estaría en una posición más legítima para criticar la Tauromaquia. Por el contrario, hoy día, la Fiesta es criticada por muchos que no tienen el más mínimo conocimiento sobre ella, basados en una autoproclamada superioridad moral por la que pretenden imponer su pensamiento único, sin importarles en el fondo el destino del toro bravo como raza animal diferenciada. Desconocen el enorme respeto que tanto toreros profesionales como aficionados prácticos tenemos por el toro, y cuanto lo amamos. Tampoco aprecian que la cría de este animal se realiza en extensísimas fincas, donde el ganado se encuentra en condiciones de semi-libertad, que son refugio y santuario de otras especies, algunas de las cuales están en peligro de extinción.

Entrega del cuadro, obra de la periodista taurina de Aguascalientes Sol Sánchezal gran aficionado  Jim Pritikin



Los aficionados prácticos adquieren este conocimiento por ellos mismos, poniéndose en la piel de los toreros profesionales y visitando asiduamente las fincas ganaderas. Ahí radica la importancia de los aficionados prácticos. Este conocimiento de primera mano ha posibilitado que muchos de ellos se conviertan en excelentes embajadores de la Tauromaquia, proclamando con orgullo en su vida diaria su apasionada afición. La pasión nos mueve a los aficionados prácticos como principal valor y virtud. Somos arrojados en nuestro día a día y resueltos toreando. Difundimos la grandeza del Toreo. La Fiesta necesita más embajadores. La Tauromaquia necesita más aficionados prácticos que muestren públicamente el orgullo por su afición. Porque en el fondo, nos sentimos y en cierto modo somos… TOREROS.



Óscar López Hoyos Club Taurino de Chicago Fundador de Aficionados Prácticos de Málaga Ex Co-director de la Escuela Taurina Provincial de Málaga